dijous, 11 de maig del 2023

Las tres frases y la vuelta a los relatos

 Aquests últims dies m'he trobat en un estat d'ànim sorprenentment serè (que no estable) i escriure se sent una mica artificial quan no es tracta de ficció, perquè la no-ficció del meu blog se centra en dessagnar-me abocant tot allò que apunyala el meu cor o bé una descripció onírica del temps que amaga (no gaire bé) metàfores sobre el que em passa en el meu dia a dia. Així que he pensat que potser toca escriure un microrrelat, ara que encara no són les 9:00, per 5 minutets. Recordo aquesta pàgina web amb una il·lustració d'una persona escrivint rodejada de papers volant que té un recull d'exercicis que van ser d'immensa ajuda durant el confinament. L'exercici consisteix en utilitzar tres frases: "nos vemos el martes", "era todo mentira", i "guardé los papeles"

"- ¡Nos vemos el martes! - dijo mi voz con tono estridente. Por el rabillo del ojo vi como mi mano se alzaba automáticamente al mismo tiempo que mis labios esbozaban una sonrisa forzada que en mi interior estaba convencido que era una copia casi exacta de las aterridoras fauces de un animal voraz a punto de comer a su presa. 

Pero ella saludó de vuelta y respondió a mi mueca con una de sus dulces medio sonrisas, mientras sus ojos se entrecerraban por los rayos de sol que, insolentes, irrumpían la tierra con un angulo molesto. 

Guardé los papeles en el bolsillo de mi gabardina ajada, sin poder evitar arrugarlos mientras mis manos se cerraban en puños, intentando contener aquel veneno que escondía mi alma. La sonrisa-mueca se había quedado congelada en mi rostro, y mis piernas habían decidido tomar un paseo en un ritmo tranquilo, como si no quisieran ir a ninguna parte y al mismo tiempo llegar a lo más lejos. Los peatones respondían a mi expresión facial con sendas sonrisas e incluso algunos osados se atrevían a pronunciar "¡Buenos días!" y yo me preguntaba como no podía ser evidente tras esos labios tensos, esos dientes que seguro se asemejaban a colmillos, esa gesto aparentemente bondadoso que no llegaba a mis ojos,  lo mucho que sufría mi corazón. Cómo  era posible que nadie saliese corriendo al verme a lo lejos, aterrorizados, gritando por sus vidas y ahuyentando a los demás, porque estaba convencido que mi sufrimiento era tan evidente que ni el más estúpido de los hombres podría no verlo; hombres, que no mujeres, porque sabía que la intuición que la sociedad les otorga las haría huír de todas formas de alguien cómo yo. 

Mis piernas me llevaron a la orilla del río, que corría sucio y turbulento, desprendiendo un ligero olor a podrido y restos de una ciudad triste. Finalmente rodeado de nadie más que ese tormento del cual no me desprendía. Y allí, mi sonrisa se tornó agria, mis ojos se aguaron, y mi cuerpo tembló, pronto, al son de mis gritos y llantos. 

Porque era todo mentira."



Amb amor, 


Maraya

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