dissabte, 11 de febrer del 2023

De un 10 de febrero, canelones, canciones y lunas

 Por supuesto la nieve tenía que arremeter hoy contra mi ventana, la tormenta que llega el día en que tu te fuiste. Así como en su momento olvidé el café en el microondas, hoy la tormenta también me ha pillado por sorpresa. Es la magia de estas coincidencias lo que me maravilla de la cotidianidad de los días de cada día (expresión que aparentemente no existe y llevo usando toda mi vida). Hoy me he vestido con tu jersei, y los famosos pantalones pepe jeans que siempre usabas. 

He decidido cocinar los canelones del uruguay. Cuando los hacías me parecían el plato más elaborado y dificil del mundo. Desde mis ojos de niña pasabas días en la cocina preparándolos, y le ponías mucho amor y mimo a la receta, la cual escribiste en mi libro junto a un "te quiero un montón". Sabían exactamente como tú los hacías,

Me he puesto los calcetines que la iaia me regaló con un pronóstico que en su momento ninguna aventuraba. Los calcetines del mercadillo de su pueblo que rezan "Noruega" con unos cuestionables dibujos de renos. En ese momento noruega no existía en ninguno de mis planes, y ayer aquí estaba, acordándome de ti en este sitio perdido donde me he encontrado y he encontrado un lugar. Tu receta indicaba claramente que se podía utilizar tomillo; la iaia me regaló tomillo hace un año, el cual nunca he usado para nada hasta este momento. Las coincidencias de la cotidianidad que me hacen creer en lo mágico de seguir aquí. 

Por la mañana sentí que por primera vez en un 10 de febrero me sentía en sintonía con lo que estaba haciendo, lo que tu hubieses querido, lo que tú te merecías y lo que yo necesitaba. Siento que estoy descubriendo la forma en que quiero recordarte en este día, y aunque me haya tomado 11 años descubrirlo, por desgracia, voy a tener muchos más para poder compensarlo. Descubrí que me acordaba de más canciones que tú ponías de las que en un inicio pensaba, y me pasé la mañana transportándome a aquellos fines de semana en barcelona cuando desde tu despacho se oían melodías que no entendía. Y a pesar que hay muchas que ahora entiendo y me río al pensar que te gustaban, hay muchas otras que ilustran perfectamente momentos de mi vida que he pasado desde que te fuiste. Sentí que si te hubiese conocido cuando tenías mi edad actual, hubiese entendido quien eras, hubiese entendido lo que te motivaba, y hubiese bailado contigo al son de Manu Chao o Los Rodríguez. Habríamos podido ser amigas. 

Ayer me sentí tranquila y cuidada. Y creo que es lo que hubieses querido. Aquí te dejo la luna de ayer y un te quiero un montón. 


Con mucho amor, Maraya

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