dimecres, 3 de desembre del 2014

11. Ladrón del tiempo - Cuentos para Guewen

Hace una semana se propuso un ejercicio concreto en la clase de escritura. Consistía en escribir cada uno una canción que creyésemos adecuada en un trozo de hoja y repartirlas aleatoriamente entre todos; para la semana siguiente cada uno debía traer un escrito relacionado con la canción.
Para mí personalmente, la canción me ha ayudado a escribir uno de los cuentos a medio empezar que tenía, pero realmente no me ha inspirado demasiado. La canción en sí está bien, y la letra me gusta, pero supongo que no me he sentido identificada en muchos aspectos y han hecho que disminuyese mi interés por ella. Además, no sabía cómo enfocar el escrito.
Aún así, el ejercicio me ha gustado mucho y ha habido resultados muy interesantes. (Y el que es fruto de mi canción me ha gustado mucho y me ha sorprendido gratamente)
La canción es Young Blood - Birdy.

Young blood.

We're only young and naive still 
We require certain skills 
The mood it changes like the wind 
Hard to control when it begins 

The bittersweet between my teeth 
Trying to find the in-betweens 
Fall back in love eventually 
Yeah yeah yeah yeah 

Can't help myself but count the flaws 
Claw my way out through these walls 
One temporary escape 
Feel it start to permeate 

We lie beneath the stars at night 
Our hands gripping each other tight 
You keep my secrets hope to die 
Promises, swear them to the sky 

The bittersweet between my teeth 
Trying to find the in-betweens 
Fall back in love eventually 
Yeah yeah yeah yeah 

As it withers 
Brittle it shakes 
Can you whisper 
As it crumbles and breaks 
As you shiver 
Count up all your mistakes 
Pair of forgivers 
Let go before it's too late 

Can you whisper 
Can you whisper 

The bittersweet between my teeth 
Trying to find the in-betweens 
Fall back in love eventually 
Yeah yeah yeah yeah 
The bittersweet between my teeth 
Trying to find the in-betweens 
Fall back in love eventually 
Yeah yeah yeah yeah



¡A leer se ha dicho!

Aviso: algo no muy parecido a lo que se me ha pedido.

- ¿Perdona? - preguntaste con incredulidad - ¿Qué has dicho?

- He dicho que a qué se dedica… - respondió ella con voz trémula y cada vez más baja.
Y tú te quedaste inmóvil, con esa incredulidad pintada en tu rostro, ya que ignorabas que ese tipo de preguntas tan directas se hicieran en aquella época, (aunque debo recriminarte tu falta de interés por ella). Y la chica desviaba la mirada y se empequeñecía bajo tus ojos acusatorios, como si el tiempo la estuviese aplastando. Irónico, ¿no?

Aun así, dejaste de lado su “atrevimiento” y, dispuesto a robarle su tiempo, te fijaste en su rostro, y en su juventud. Pero algo te frenó.

Su rostro era joven, demasiado, y estaba marcado por la adolescencia. Su cuerpo aún de niña perdía la carrera a su personalidad, con el humor siempre cambiante y la testarudez dibujada en su ceño, con la obstinada convicción de que siempre tenía la razón y la ceguera ante asuntos ajenos a ella. Quizá sus rodillas tenían cicatrices de las caídas del pasado, o quizá algunas aún tiernas de caídas más dolorosas, aquellas que no son físicas, aquellas que muchas veces hieren el corazón. O la cabeza. Aunque ella no viese la diferencia. Su mirada era esquiva, de ojos demasiado pintados, pero vivos y alegres, aunque creyese lo contrario. Aunque en ese mismo instante quisiera desaparecer y esconderse tras el denso silencio que se había formado. Eso te hizo sonreír.

Y por esa razón, por la inocencia que desprendía, – con la frente bien alta pero los labios temblorosos, intentando, en vano, aparentar seguridad –, por todo lo que sabías que vendría en su vida, lo que ya habías visto millones de veces, – crecería, cambiaría, se acabaría enamorando, quizá más de una vez, quizá no para siempre, pero al final tu llegarías y te llevarías su tiempo –, y porque dentro de muchos años querrías volver y escuchar su voz aguda, – joven, adolescente –, no le robaste su tiempo. Quisiste dejar que viviese, o que muriese, pero que le diera tiempo a hacerlo. Así que lo único que lograste decir, después de darte cuenta de que habías sido capaz de contenerte, fue lo que ella quería escuchar.

- Yo soy Guewen, el ladrón del tiempo.



Con cariño, Maraya

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