Al llegar a casa he visto la niebla
cubrir la montaña de enfrente, impidiéndome ver más allá de su manto blanco que
lo tapaba todo. Una nube ha caído delante de mis narices y nadie ha parecido
escuchar el silencioso estruendo que ha producido al darse un trompazo contra
el suelo. Sigue ahí, esperando a que los primeros rayos de sol la disipen,
haciendo aparecer dudas en mi mente y resolviendo la noche.
Se llama
Jonhy. Y ha decidido saludar.
Esta noche, me encaramaré a la luna,
me instalaré en su cruasán como si estuviera en una hamaca y no tendré ninguna
necesidad de dormir para soñar.
mécanique du
coeur
Maraya
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